Es el mineral más abundante en el
cuerpo humano. El calcio es vital para la formación de huesos y dientes fuertes,
además de realizar otras importantes funciones en el organismo, vitaliza las células,
lo tonifica el organismo y tiene acción específica en la integridad de las
membranas.
Así mismo, el calcio es
importante para mantener un ritmo cardiaco normal, esencial en la coagulación sanguínea
y en las secreciones; es cicatrizante de heridas y agente en la prevención del cáncer
de colon. Puede incidir en la reducción de la presión sanguínea, mejora la circulación,
la memoria y la concentración, tonifica los nervios y refuerza la voluntad,
alivia la tensión emocional, los miedos, la neurastenia, el mal de genio, el lloriqueo
y la irritabilidad e en los niños.
El calcio coparticipa en la función
tiroidea para la regulación del suministro de energía. Para la regulación del suministro
de energía. Para este propósito trabaja asociado con la paratiroides.
Igualmente, el calcio actúa en forma recíproca con las proteínas para fijarse
en los huesos. Tiene participación en las tareas del ARN y del ADN. También está
implicado en la activación de varias enzimas, incluida la lipasa.
Para absorción del calcio en el intestino y luego ser llevado a la sangre,
es necesaria la lisina (este aminoácido entre otras fuentes, se encuentra en el
polen, maní, nueces, quinua, algas fucus, levadura, papaya, manzana, uvas,
zanahorias) y la vitamina D, los cuales le ayudan en una buena fijación.
En el cuerpo humano se encuentra
calcio en dos formas: un, circulando constantemente en la sangre y otra, en
estado fijo, formando tejido en la estructura ósea y en el órgano que lo
necesita. El calcio también permanece en el interior de las células y en el líquido
intersticial que las rodea donde es mayor la concentración.
Este balance es mantenido
activamente por el organismo. El calcio en su forma ionizada junto con el sodio, el potasio y el magnesio,
regula un número determinado de procesos fisiológicos importantes que incluyen,
entre otros, la coagulación sanguínea, las secreciones, reacciones enzimáticas,
liberación de hormonas y neurotransmisores, excitabilidad neuromuscular,
integridad de las membranas y acciones intra y extracelulares, entre otras actuaciones.
El calcio de la sangre se encuentra en tres formas, en complejo con ácidos orgánicos,
unido a proteínas y ionizado.
Las hormonas y otras reacciones
causan cambios transitorios en la permeabilidad de la membrana plasmática, al
ion calcio, de allí la importancia metabólica y fisiológica de este mineral,
como también, el suministro del alimento natural y crudo, para que el organismo
tenga una adecuada provisión de nutrientes; proteínas, minerales, vitaminas y
carbohidratos.
Limitarse al consumo del calcio,
sin otros complementos minerales, puede acarrear desbalances peligrosos, en los
que se incluyen, las temibles calcificaciones o también las perdidas óseas. Conviene
aclarar que o todo es calcio en nuestros huesos. Una gran parte de ellos es una
proteína elástica: el colágeno y otras sustancias entran en su composición. Entre
los elementos que forman el hueso, está el ion de fosfato de magnesio.
En su forma ionizada, junto con
el magnesio, el potasio y el sodio, regulan un número determinado de procesos fisiológicos
bioquímicos importantes que incluyen: excitabilidad neuromuscular, liberación de
hormonas y de neurotransmisores, contracción muscular, trasmisión de los
impulsos nerviosos y prevención de calambres.
Cuando la alimentación es pobre
en calcio, se tiene la posibilidad de desplazar el magnesio en los tejidos
blandos ocasionando problemas neuromusculares, dificultad en el movimiento,
falta de flexibilidad y dolor en la articulación (el magnesio mantiene la función
de la elasticidad). Además, los bajos niveles de calcio pueden acarrear
espasmos musculares entumecimiento de brazos y piernas, e incidencia en la manifestación
de la artritis reumatoidea y raquitismo. En suma, el desbalance de calcio y de magnesio
crea alteraciones; un exceso de primero y escasez del segundo puede producir
calcificaciones y endurecimiento de cartílagos, arterias y glándulas.
Fuentes Naturales de Calcio: Los reservas
más ricas con alta concentración en calcio, en muestra de 100 gramos, son
Queso curado 810 mg Nueces 87 mg
Ajonjolí 783 mg Maní 74
mg
Requesón 300
mg Avena 70
mg
Soya 260 mg Escarola 68 mg
Almendras 252
mg Huevos 58 mg
Avellanas 225
mg Ha. Trigo Int 40 mg
Espinacas 126
mg Bacalao 24 mg
Leche y yogur 120 mg Salmón 14 mg
Cuajada 95 mg Arroz 10 mg
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