Cuando se habla de hipertensión
se está haciendo referencia a presión arterial alta, es decir por encima de
los límites normales.
La hipertensión se presenta generalmente en personas
mayores de 40 años y obedece a diversas causas, entre ellas, la concentración de
grasa, colesterol en la sangre, estrechez del conducto de todas las arterias
con una consecuente resistencia de las paredes (vasculares) de los vasos sanguíneos
al flujo de la sangre, lo que lleva al elevamiento de la presión.
Los órganos que más se afectan
son el cerebro, los riñones, el corazón, los ojos y la circulación sanguínea. La
presión arterial alta se encuentra con frecuencia acompañada por endurecimiento
(esclerosis) de las arterias en todo el organismo.
A esta afección se le denomina
arteriosclerosis y es uno de los desórdenes más comunes de la edad avanzada. Se
recomienda los controles permanentes qué atiendan los factores físicos y psicológicos.
Es importante controlar la ansiedad y el cuidado dietético.
La presión arterial es un factor
clave para la salud del corazón, debe conservarse en u nivel nunca superior de 120/80
y 140/90, lo que preserva de ataques cardíacos y accidentes cerebro vasculares.
Además de medicamentos, ciertos
alimentos ayudan a reducir la presión arterial, gracias a sus componentes:
frutas y hortalizas con alto contenido de fibra, ajo y aceites de oliva y de
pescado; alimentos ricos en vitamina C, calcio y potasio como toronja,
cebollas, muérdago y fumaria.
Los antioxidantes de las frutas y
las hortalizas amplían los niveles de una sustancia hormonal conocida como
prostaciclina, la cual dilata los vasos sanguíneos y reduce la presión.
Son benéficos
los alimentos ricos en potasio: melaza, papa asada, melón, aguacate, hojas de
remolacha, jugo de tomate, habichuelas, habas, duraznos secos, ciruelas pasas,
yogur bajo en grasa, salmón, soya, acelgas, jugo de naranja, batata, calabaza,
banana, almendras, espinacas, maní.
Y los ricos en calcio como
hortalizas, coles, brócoli, sardinas, lácteos, higos, frijoles y garbanzos. Los
vasos sanguíneos se benefician reduciendo el consumo de sodio (sal).
Es importante tener presente que
la tensión sanguínea diastólica y sistólica fluctúa según la actividad,
alcanzando niveles elevados durante el estrés, dolor o esfuerzo físico.
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